MAGIA


¿Que sería de nuestra vida sin la magia?
Hay quienes dicen que no existe y sin embargo otros la vivimos como algo totalmente normal.
Recuerdo una noche, de hace ya unos cuantos años, en la que una amiga y yo fuimos  a ver "Ciudad de Angeles". Película preciosa y llena de magia que nos hizo salir del cine teniendo la convicción de  que queríamos a nuestro angel de la guarda.
La magía nos inundó y como dos adolescentes repetíamos una y otra vez "quiero a mi angel", "quiero a mi angel".
Jajajaja......
Aquella película, que os recomiendo a todos, nos produjo  un tremendo y agradable subidón de energía.
Estabamos tan activadas que a pesar de ser nuestro día libre, decidimos ir a visitar a nuestros compañeros de trabajo en el chiringuito de la playa.
Era entre semana y habían pocos clientes, en un intento de animar aquello sorteaban un pantalón vaquero entre los asistentes. Casualmente yo necesitaba uno, así que estuve dandole la paliza a mi jefe para que así como por casualidad  me tocase a mi.
Evidentemente no me tocó.
Estando en la puerta decepcionada y ya  despidiéndonos dispuestas a volover a casa, pasaron unos chicos con el pantalón en la mano.
- Que morro, yo quería el pantalón. Le dije al agraciado.
- Pues mira me ha tocado a mí.
- Jo que suerte, le contesté.
Al mirarlo me dí cuenta de que era un joven tremendamente agraciado también físicamente. Era alto, rubio y con unos preciosos ojos azules que quitaban el sentido.
¡Que guapo! pensé.
- Nos vamos a Resaca que aquí hay poca gente,  si os apetece estaremos allí.
-Ya ya, yo lo quería era el pantalón.
Nos despedimos y nos dispusimos nosotras también a marcharnos, cuando en el camino hacía el coche, una idea muy insistente como si de una necesidad se tratase se me ancló en la cabeza.
-¿Y si vamos a Resaca? le dije a mi compañera.
- Es pronto y nos pilla de paso.
- Ya estás metiendote en lios. ¿De verdad te apetece ir?
- Pues mira sí, la verdad es que no sé exactamente porque pero si que me apetece muchísimo ir. ¿Te importa?
Que podíamos perder, total ya estabamos en la calle, era aún pronto y  mi compañera tampoco puso mucha resisitencia, así que hacía Resaca que nos fuimos.
Entramos, dimos una vuelta y como nos habían dicho allí estaban.
Enseguida se nos acercaron y pudimos continuar con la conversación.
-Hey  habéis venido, que guay.
Hablamos unos minutos y como personas educadas que eramos nos dimos cuenta de que no nos habíamos presentado.
- Oye que no sé como te llamas, me dijo.
- Pues sí tienes razón. me llamo Rosa, ¿y tú, como te llamas?
- Angel, me llamo Angel.
Os podéis imaginar mi cara al decir aquel nombre.
-¿Angel, como que Angel? ¿Me tomas el pelo?
El muchacho por supuesto se quedó muy extrañado.
- Pues no, ¿porque iba a tomarte el pelo?
-Nada, nada cosas mías.
Mi compañera y yo a la vez soltamos una gran carcajada que por supuesto él nunca entendió.


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