MARIE-SOPHIE GERMAIN
Leyendo libros prohibidos: así se educó la gran matemática autodidacta Marie-Sophie Germain
Firmaba las cartas que enviaba a Gauss como si fuera un hombre para ganarse su confianza
Nunca oportunidad de cursar estudios reglados
Nunca oportunidad de cursar estudios reglados
A finales del siglo
XVIII las mujeres no recibían educación superior, ni se consideraba que
pudiesen ser científicas o (mucho menos) matemáticas, por lo que Marie-Sophie Germain no tuvo nunca oportunidad de cursar estudios reglados.
Pero su afición por las matemáticas, la filosofía y en general las
ciencias la llevó a cultivar su espíritu leyendo compulsivamente los
libros de la biblioteca de su padre, incluso contra la expresa
prohibición de sus progenitores; esto le hizo cultivar una amplia aunque
irregular educación debido a la falta de maestros y de una
planificación reglada.
Consiguió reducir esta limitación en parte cuando estableció correspondencia con algunos de los más importantes matemáticos de su época como Carl Friedrich Gauss, que admiraron su intelecto y sus avances matemáticos.
Eso sí; Germain firmaba sus cartas y artículos como ‘Sr Le Blanc’ para
que Gauss no supiese que era una mujer; al enterarse el matemático
alemán se sorprendió muchísimo, aunque lo aceptó e incluso luchó por que
la Universidad de Gottingen le concediera un doctorado ‘honoris causa’
sin conseguirlo; la matemática francesa jamás recibió ningún título
académico.
Y sin embargo hizo importantes avances en Teoría de Números como el Teorema de Germain que resultó vital para la demostración (en el siglo XXI) del famoso Último Teorema de Fermat.
Trabajando en completa soledad, ya que no era aceptada en la academia
ni en los foros profesionales, Germain realizó también avances en física
matemática haciendo aportaciones clave en el campo de las superficies
elásticas y la fricción, trabajo por el que llegó a obtener el Premio
Extraordinario de la Academia Francesa de Ciencias.
Recibió el respeto de sabios como Joseph Louis Lagrange o Jean Baptiste
Fourier. Murió joven, con 55 años, de cáncer de pecho; ha sido honrada
con una calle y un liceo en París y con el premio anual con su nombre
que concede la Academia Francesa a grandes avances matemáticos.
Sin llegar jamás a ser una profesional debido a su sexo y a la época
que le tocó vivir Sophie Germain dejó su impronta y su nombre en la
historia de las matemáticas.
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