Cómo nos afecta el verano tardío, la quinta estación de la medicina tradicional china
Los meses de septiembre y octubre se asocian al elemento tierra, a los colores naranjas y a la energía que nos lleva hacia la interiorización. ¿Cómo podemos sacarle el máximo provecho?
El calendario nos indica que aún estamos en verano, pero muchos ya notamos la proximidad del otoño y las ganas de empezar a llevar manga larga, así como todo lo que esto conlleva a nivel emocional. Los días son más cortos, tenemos menos horas de luz, más oscilación térmica entre el día y la noche, más lluvias y tormentas y un estado de ánimo que empieza a llevarnos cada vez más hacia nuestro interior. Así que no es casualidad que la medicina tradicional china (MTC) considere esta época de transición entre el calor y el frío como la quinta estación del año con sus propias peculiaridades: el verano tardío.
Según esta disciplina milenaria, todo se rige por la teoría de los cinco elementos y por la relación que hay entre ellos. Así, el agua, la madera, el fuego, la tierra y el metal se asocian con cada una de las cinco estaciones de invierno, primavera, verano, verano tardío y otoño y que, con el paso de los meses, van dándose paso unas a otras de forma dinámica y progresiva. Así, la naturaleza expansiva y enfocada hacia el exterior que predomina en verano, y que la mayoría vivimos con, por ejemplo, más ganas de estar al aire libre y de socializar, se transforma durante esta época en energía que tiende a la interiorización y al recogimiento y que nos acompañan durante los meses más fríos del año.
Pero la teoría china de los cinco elementos no solo los relaciona con una estación y un tipo de energía, sino que también atribuye a cada elemento un órgano y una víscera, un color, una emoción y un grupo de alimentos para tonificar. De esta forma, si el verano tardío hace precisamente de puente entre dinámicas, energías y estaciones, y por eso se considera un buen momento para armonizar el sistema digestivo y reconstituir el organismo, desde la MTC se asocia esta estación con el estómago y el bazo, con los colores ocre, naranjas, amarillos y marrones, con el sabor dulce y con la preocupación como emoción principal.
Si te suena demasiado abstracto y poco preciso, intenta hacer la traslación a nivel material: los meses de septiembre y octubre nos traen alimentos de la tierra, de raíz y de color naranja como la calabaza, el boniato o la zanahoria. Así que son estos mismos, entre muchos otros, los que nos ayudarán a hacer la transición entre estaciones (en el artículo “Qué comer en septiembre: 6 frutas y verduras de temporada” te contamos más).
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