Se acabó el teletrabajo. Bienvenidas al pasado



 


Septiembre se acerca con lo que para unos supone un alivio y para otros un drama, el final del teletrabajo, al menos como lo hemos vivido durante el último año, a tutiplén. Todo apunta a un regreso masivo a los centros físicos de trabajo, del que se han autoexcluido empresas punteras que han aprovechado la situación impuesta por la pandemia para avanzar en modelos mixtos entre lo presencial y lo remoto cada vez más inclinados a lo segundo.

"Las empresas más avanzadas antes de la pandemia, las que tenían un mayor grado de flexibilidad y ofrecían teletrabajo de manera contractual, están transformando su modelo organizativo. En el sector farmacéuticotelecomunicacionesconsultoría seguros ya se habían eliminado en muchos casos los despachos, y se fomentaban los espacios co-creativos. Tras la pandemia, el objetivo es que los empleados acudan a las oficinas para socializar, trabajar en equipo y los espacios estarán preparados para ellos. Las reuniones se pueden tener desde casa por vídeo, así que las oficinas se transformarán en espacios donde fluirá la innovación y el intercambio de ideas", explica Marisa Cruzado, socia de la empresa CVA, organizadora desde sus inicios de los premios Empresa Flexible de la mano de la Comunidad de Madrid.

Pero lo anterior, para muchos, es pura ciencia ficción (¿espacios co-creativos?). La mayoría volverá a las oficinas en plan Fray Luis de León -'decíamos ayer...'-, porque España sigue emperrada en ir a la cola de Europa en materia de teletrabajo (sólo en seis países es menor que en el nuestro el porcentaje de empleados que teletrabajan ocasional o regularmente). Algo más del 14% de las empresas lo practica aquí en alguna de sus formas, muy por debajo del 21% que es la media de la UE.

MIENTRAS TANTO, EN OTRO MUNDO...

Una de las empresas que pueden presumir de formar parte de ese selecto grupo que hace tiempo dejó atrás el rodaje del teletrabajo es la consultora Willis Towers Watson. Su director de Recursos Humanos, Ignacio Isla, explica que mucho antes de la pandemia ya tenían "una política de teletrabajo implementada con carácter general en aquellas posiciones susceptibles de desarrollar todo o parte de trabajo desde casa. La organización en la oficina es de 'agile working', es decir sin tener sitios fijos, lo cual fomentaba el teletrabajo, y todos los empleados tienen equipos aptos para trabajar en remoto".

Como era de suponer después de lo anterior, en Willis Towers Watson durante la pandemia "se ha realizado teletrabajo 100%, y cuando se levantaron las restricciones, únicamente iba a la oficina quien quisiera voluntariamente, siempre respetando los grupos burbuja que se implantaron desde nuestro área de PRRLL. De hecho, actualmente aún seguimos teletrabajando en la mayoría de los casos, y no se ha comunicado la vuelta a la oficina en general".

De cara al nuevo comienzo de 'curso', la empresa ha desarrollado una nueva política de teletrabajo que estará funcional cuando el personal se reincorpore, con algunas novedades adaptadas a la nueva legislación. Pero por lo demás, sencillamente seguirá manteniendo el teletrabajo como una fórmula que, a estas alturas, forma parte de su ADN.

EN ESTADO DE SHOCK

Igualito que en la empresa donde trabaja María Isabel G. "Acabo de enterarme de que mi empresa quiere que volvamos todos en septiembre y se me ha puesto el vello de punta", explica esta profesional que trabaja en una consultoría gastronómica de Madrid y lleva teletrabajando más de un año, aunque algunos días acude a la oficina por imperativo corporativo. "Me parece que no es el momento, ni hay necesidad. Así que no me cabe en la cabeza este empeño en vernos la cara que tienen los jefes".

¿Supondrá el regreso la misma sensación para los casi tres millones de trabajadores que han estado meses sin pisar su oficina? En opinión de Marisa Cruzado: "Creo que será un shock más que un alivio. Tendremos que estar juntos, en lugares cerrados, pero mantener la mascarilla, la distancia social, recurrir a los geles hidroalcohólicos o a las pantallas protectoras y sin duda, someternos a PCR o pruebas e antígenos de forma regular. Será una vuelta a la oficina cargada de estrés y por tanto, un reto para los departamentos de RRHH que han puesto las políticas de prevención y bienestar entre sus prioridades".

Durante la pandemia, además, y mientras nos adaptamos a la nueva situación, ocurrieron muchas cosas: algunos se lanzaron a tener hijos; otros se compraron un perro; aquéllos se mudaron a una casa con jardín, más lejos del centro; estos instituyeron rutinas de en casa que ahora no podrán ponerse en práctica... La consecuencia es que no sólo habrá que reorganizar la vida laboral; también la personal. Aunque algunas (sí, sobre todo algunas, no algunos), lo están deseando.

LAS MUJERES, MENOS ENTUSIASTAS DEL TELETRABAJO

La asociación Mujeres en el Sector Público hizo el año pasado una encuesta para averiguar qué impacto tenía el teletrabajo en las mujeres. Lo que dejó más claro es que tener o no tener hijos es determinante en la percepción.

En su interpretación de los datos, MSP explicaba que "las personas con hijos asumen más cargas añadidas a la situación de teletrabajo. Probablemente por esto son los hombres, y por situaciones familiares, las personas sin hijos, quienes mejor valoran la posibilidad de seguir teletrabajando en el futuro, y también quienes piensan que tiene más efectos positivos para su trabajo". Más: las familias monoparentales, que en España están constituidas en un 83% de los casos por una madre y sus hijos, fueron el perfil donde el teletrabajo tuvo "una valoración más negativa".

Porque, sí: todos los estudios realizados en torno al teletrabajo y el género revelan que las mujeres con hijos a su cuidado que teletrabajan son las que soportan la mayor parte del estrés generado por la situación. Solas o acompañadas, para ellas, por regla general, teletrabajar supone asumir también mayor carga de trabajo doméstico y de cuidados.

¿Y por qué, si ellos están también en casa? Pues porque seguimos suspendiendo en corresponsabilidad. Lo confirman los datos. Una encuesta realizada a 4.400 trabajadores por el sindicato CSIF y la Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles detectó que para 7 de cada 10 trabajadores el teletrabajo no ha mejorado el reparto de las tareas domésticas.

De ahí que los expertos en igualdad hayan dado la voz de alarma. En la reciente presentación del segundo Observatorio de Igualdad impulsado por Adecco, se alertó sobre el peligro de que el teletrabajo desplace los planes de flexibilidad de las empresas, se tome como una medida de conciliación (ya que, claro, estás trabajando y al mismo tiempo cuidas a los niños y friegas el suelo, la lógica es aplastante) y desplace a las mujeres hacia los hogares, separándolas de nuevo de las vías de promoción profesional.

De hecho, el 81% de los encuestados del estudio de CSIF opinaba que quienes teletrabajan no tienen las mismas oportunidades que aquellos que van a la oficina a la hora de promocionar.

Y LAS EMPRESAS, ¿QUÉ PIENSAN?

Lo que las empresas (españolas) piensan en masa es que "si no te veo, no te creo", vamos, que los trabajadores tendrán que volver sí o sí en septiembre a trabajar presencialmente. Y ello, pese al acecho de la variante Delta del coronavirus, que no es para tomársela a broma ni mucho menos.

De hecho, hay quien tiene muy claro que sería una insensatez volver a llenar las oficinas en septiembre: "En una reciente entrevista que he tenido con una gran empresa farmacéutica, su directora de Recursos Humanos me recordaba que estamos en pandemia", explica Marisa Cruzado, "por eso en su organización se va a mantener el teletrabajo para el 100% de los trabajadores y el 100% del tiempo, ya que consideran prematuro tomar medidas ante un futuro incierto. Están enfocados en aportar valor al empleado que teletrabaja, mejorando las condiciones del despacho en sus hogares, formándolos en materias de ergonomía o gestión del tiempo; mejorando sus sistemas de control del tiempo de trabajo y por supuesto, desarrollando actividades que mejoren su bienestar físico y emocional". Da que pensar.

Respecto al perro, muchos de los que se hicieron con uno durante el último año y han vivido pegado a él casi las 24 horas del día puede que tengan que afrontar el largo calvario de la ansiedad por separación. Recomendación: cárgate de paciencia y cómprate un Kong, como yo. Lo vas a necesitar.

Fuente: El Mundo

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